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DIA DE ANCHIETA
José, o padre

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Em 1965, a Comissão Nacional para as Comemorações do Dia de Anchieta (9 de junho) promoveu um amplo debate entre intelectuais e pesquisadores nacionais e estrangeiros sobre a figura de José de Anchieta, e dessas conferências resultou o volume Anchietana, publicado naquele ano pela Gráfica Municipal - Divisão do Arquivo Histórico - Departamento de Cultura, da Secretaria de Educação e Cultura/Prefeitura do Município de São Paulo. Um exemplar dessa obra rara pertence ao Arquivo Histórico Municipal de Cubatão, e é dele transcrito o seguinte texto (mantido o original espanhol):

Padre José de Anchieta

Prof. Salvador López Herrera [*]

Es para mi un gran honor tomar parte en esta serie de homenajes que el Brasil rinde a su apóstol más insigne, Padre José de Anchieta.

Hace varios años que vengo dedicado al estudio de nuestro gran misionero, y a medida que más le conozco más me admiro de la ingente labor misional apaciguadora y cultural que el P. Anchieta llevó a cabo en el vasto territorio brasileño. Por su immenso despliegue espiritual nuestra religión se extendió desde el Amazonas hasta el Plata, desde el mar hasta los contrafuertes de los Andes, ganando definitivamente para su Iglesia, una de las mayores naciones católicas.

A la ciudad de La Laguna de Tenerife le cabe la gloria de ser la cuna del futuro Apóstol del Brasil. Simón de Vasconcellos nos dice: "De todas as suas fortunas, podemos ter em conta de primeira o dar-nos Tenerife um Joseph sujeito mayor do que cabia em nossa penna, pois no orbe todo não cabe".


La Laguna, cidade onde nasceu Anchieta em 1534, em vista de cerca de 1965
Foto: reprodução do livro Anchietana

Sus padres Don Juan de Anchieta y Doña Mencia Diaz de Clavijo y Llarena, educan a sus diez hijos dentro de una gran severidad de costumbres y firmeza de principios morales. En estos hijos predominaba um espiritu tranquilo y los más dulces sentimientos de ternura y bondad.

Tales prendas brillaron particularmente con admirable luz, en el que los indios del Brasil le designaron con el cariñoso nombre de Nuestro Padre (Nosso Pai). La bondad y la fe de que da muestras el joven José de Anchieta son copia de la ternura y fragancia de la flora local.

La magnifica campiña que ve levantarse ante sus ojos, era a propósito para elevarse a las regiones superiores que anhelosamente buscaba aquel alma. Aqui se incubó la obsesión cariñosa por todo cuanto vive y alienta en la naturaleza. Alabando a Dios en sus obras, planeó regocijado, a pesar de su corta edad, la obra que debía hacer cristalizar en el suelo del Brasil.

Para Brasil y España ofrece un interés singular cuanto atañe a la vida y obras del Padre Anchieta. Fué Anchieta puente de luz tendido por la Compañia y Canarias entre España y América, con el fin de acercar a ésta a las verdades de Cristo y ofrecer a los hijos de esas remotas regiones el bálsamo consolador del evangelio y los beneficios de amor al prójimo.

Sólo contaba 14 años el futuro apóstol cuando fué enviado por sus padres a estudiar a la célebre Universidad de Coimbra. Era el año de 1548 cuando embarca con destino a Portugal. Atras, anelados en el recuerdo quedan sus padres y hermanos, puntos de referencia para identificar en lo más hondo de sus ternuras a la luminosa isla de Tenerife.

En Coimbra, Anchieta hacia compatible sus estudios con una intensa vida de piedad. En breve aventajó a los demás condiscípulos, conquistándoles juntamente la amistad y la admiración. De todos era conocida la belleza de las composiciones y versos latinos del "canario" de Coimbra.

Unido de continuo a Dios, veía cada día mejor los peligros que en el mundo asedian a la virtud. Al mismo tiempo abría su corazón a las inspiraciones que Dios le comunicaba en los libros de piedad y en las cartas de los misioneros del Brasil, la India, Africa y Japón.


Coimbra, na época em que lá viveu o padre José de Anchieta.
Mapa reproduzido do Civitatis Orbis terrerum - Vol. V, obra do desenhista holandês Hoefnegel
Imagem: reprodução do livro Anchietana

Anchieta imitando los ejemplos de la flor de la nobleza de Portugal, que entonces daba misioneros y mártires al mundo entero, ingresó en la Compañia de Jesús para consagrarse al servicio del Señor y trabajar en la salvación de las almas en tierra de infieles.

Con gran satisfación fué recibido José de Anchieta en la Compañia de Jesús el 1º de mayo de 1551, y el 8 del citado mes de 1553 marchó al Brasil en compañia del 2º Gobernador de la Colonia Duarte da Costa. El 13 de julio del mismo año de 1553, llegaba José de Anchieta con sus compañeros a Bahia de San Salvador.

Pocos meses permaneció José de Anchieta en Bahia. En octubre de 1553 se encamina a San Vicente porque "huvo nuevas de que en esta Capitania, distante doscientas cuarenta leguas de Bahia, había mucha falta de doctrina".

Pero no era esa región de "beira-mar" la más propia para hacer fructuficar entre los indios la tan deseada catequesis. Determinaron entonces los jesuitas ir por el "sertão" adentro para escoger mejor sitio.

Preparada la apostólica misión es a José de Anchieta, entonces de 20 años, a quien se le encomienda llevar a cabo tan importante empresa. Corrían los primeros días del año 1554 cuando de San Vicente salió Anchieta para fundar un nuevo Colegio en los fértiles campos de Piratininga (hoy São Paulo). Por un camiño estrecho, obra de los indios, atravesó la sierra de Paranápiacaba, hasta llegar al nuevo teatro de sus misiones. Funda allí el Colegio en la colina más alta, entre las riberas del Tamanduathey y Anhangabaú, donde ya estaban residiendo con sus tribus los jefes indios Cai-Uby y Teberiçá, el guerrero de los "olhos torvos e encovados", aguardando la anunciada llegada el misionero.

Se echaron los cimientos de la nueva ciudad, que en aquellos accidentes naturales del terreno encontraban la más eficaz defensa, la cual se denominó de São Paulo por haberse celebrado en ella la primera misa el 25 de Enero de 1554, cuando la Iglesia Católica commemora la conversión del Apóstol de los Gentiles.

El 25 de Enero de 1954 se cumplió el cuarto centenario de la fundación de la Ciudad de São Paulo por el misionero canario Padre José de Anchieta.

Los brasileños empeñados en que este IV Centenario marcase una huella bien profunda en la Historia de su patria, y que el desarrollo de los actos fueran los más grandes que se hayan celebrado en el hemisferio occidental, no dejaron piedra sobre piedra en sus esfuerzos para poner los nombres de Anchieta y de São Paulo en los altos umbrales del mundo.

Los Congresos señalados por la Comisión del IV Centenario de la fundación de la ciudad de São Paulo, en número de 50, llevaron a la capital paulista las figuras más representativas del pensamiento contemporâneo.

Asi en el año de 1954 vemos reunidos en São Paulo, cirujanos famosos, juristas de renombre, maestros de las más antiguas y reputadas universidades europeas y americanas, magistrados, escritores, filósofos, periodistas y miembros en fin de organizaciones culturales de ámbito internacional.

Cuando Anchieta abandonó la tierra, había fundado una gran capital que de una simple aldea de indios, se ha transformado en el transcurso de cuatro siglos en una de las más populosas ciudades del mundo. Imprevisto resultado de la simiente sembrada por el "Apóstol del Brasil", Padre José de Anchieta.

A uno de estos Congresos, al de Historia, asistí como Delegado del Gobierno Español. Este Congreso fué organizado por el Instituto Histórico y Geográfico de São Paulo con el fin casi exclusivo de discutir el tema de la fundación de esta ciudad.

A este Congreso presenté tres documentos inéditos hallados por mi en el archivo de la Provincia de Toledo que los PP. Jesuitas tienan en Chamartin de la Rosa (Madrid). Una vez que estos documentos fueron conocidos por los Congresistas dió origen a que el Padre Jesuita Hélio Abranches Viotti presentase una moción extraordinaria al Congreso, advirtiendo que tales documentos eran desconocidos hasta entonces en el Brasil.

Tales documentos proyhectan nueva luz sobre los primeros tiempos de la vida de la ciudad de São Paulo.

Dos de estos documentos corresponden a los años 1578 y 1582. Ambos contienen noticias interesantes sobre la residencia de Piratininga, informándonos especialmente del incremento de la población del estado material y espiritual de la misma. Nos demuestran como el Padre Anchieta, ya Provincial, se seguia interesando muy vivamente por el poblado en el cual pasara los más destacados años de su vida.

Pese al interes de estas dos cartas, el mayor valor de nuestra aportación documental, reside en la carta del Padre Anchieta fechada en San Pablo de Piratiniga, en agosto del año fundacional de 1554, escrita a San Ignacio de Loyola. En ella se nos da un gran número de noticias del mayor interés, y que para mayor claridad damos a continuación en forma esquemática.

Se nos demuestra de forma contundente cómo en el mes de agosto de 1554 el P. Anchieta estaba dedicado, entre otras cosas, a la enseñanza de los niños indios, ya que nos dice textualmente: "...les enseño a leer, escribir y cantar..." Se demuestra pues, que el P. Antonio Rodriguez ya no se ocupaba en este tiempo de la enseñanza primaria, aunque hubiese sido encargado de ello en los meses primeros de la fundación.

Podemos observar también, cómo ya en estos primeros meses de la existencia de San Pablo, y gracias a la decidida actividad del Padre Anchieta, la pequeña aldea era el centro de atracción de los indios que habitaban en sus alrededores. Textualmente nos dice en su carta el P. Anchieta: "Algunos indios de otras aldeas se vienen a morar con nosotros con toda su casa...".

Otra noticia de gran importancia es el señalar en este mes de agosto, es decir al septimo de existencia da la futura gran ciudad de São Paulo, el Padre Manuel de Paiva, sale "a residir en San Vicente".

Tanbién en este mes de agosto abandona el poblado de Piratininga el Padre Pero Correa quien va a catequizar, según nos dice Anchieta, a "los indios de la ribera".

En este mes sólo quedan dos hermanos estudiando gramática, y nos dice la carta que "los demás que aprendían son dispersados en diversas partes entre los indios..."

El documento nos demuestra palpablemente cómo la atención que se prestaba a la nueva población por los superiores era absolutamente nula, dependiendo de la actividad del proprio Anchieta el sustento de los que alli moraban, ya que nos dice textualmente el P. Anchieta en su carta que "muchas y las más de las veces nos sustentamos con hojas de mostaza... y calabazas de la tierra... y harina de pano agora esperamos cierto género de hormigas..."

Es el Padre Anchieta el que bajo los impulsos de un aliento sobrehumano hace frente a los difíciles momentos con que atraviesa la aldea de Piratininga y echa los cimientos de toda fundación.

Todos los autores antiguos y modernos proclaman al Padre Anchieta como el fundador de la ciudad de São Paulo. Ellos nos dicen que entre todas las estrellas misionales del Brasil Primitivo descuella la fúlgida luminaria del Padre Anchieta sobre todas las demás.

Este documento que venimos estudiando y perdido durante cuatro siglos se ha venido a comprobar actualmente, ya que el padre Juan Polanco, secretario de San Ignacio, lo reproduce en su Chronicón. Veamos lo que nos dice el Padre Polanco. (ver cuartillas aparte) (N.E. apesar da citação, o livro não apresenta esse anexo).

Comenzaron a llegar a São Paulo innumerables aventureros de todas as partes de Europa, y los indios empezaron a sentirse oprimidos en medio de la población de los "buavas", como ellos llamaban a los europeos, y se fueron poco a poco alejando de la ciudad.

Anchieta los lleva para las aldeas que hace edificar en la margen de los rios navegables en un radio de cinco a ocho kilómetros en torno de São Paulo, hoy el verdadero corazón de la Ciudad. Funda la aldea de Pinheiros sobre la margen del rio Grande que viene de Paranápiacaba, funda Taguaquicetuba y San Miguel en la margen del Tieté, distribuye otros por las aldeas de los Guarús e Ibirapuera, que es la actual villa de Santo Amaro, y reparte su espíritu por todas partes que son otros tantos núcleos del Cristianismo nascente.

Fué José de Anchieta el operario infatigable que ayudó a los indios a traer del bosque la madera para la construción de la Iglesia y de las habitaciones de Piratininga. Fué también él el artista que adiestró a los catecúmenos en los oficios de pedreros, carpinteros y herreros, tan útiles como desconocidos de los salvajes.

Los futuros paulistas formados en el Colegio fundado por Anchieta fueron los que dieron estructura al Brasil actual. Sin ellos, la lengua portuguesa apenas hubiese sido hablada en una estrecha faja de terreno paralela ao Atlantico. De su Escola de Piratininga salieron esa legión de jesuitas españoles, italianos, irlandeses y portugueses, enviados em 1587 por José de Anchieta, cuando éste ejercia el cargo de Provincial para fundar las cristiandades jesuíticas del Paraguay.

Mas, la tranquilidad que se desfrutaba en São Paulo durante los primeros años de la fundación, va desapareciendo.

La guerra se aproximaba conducida por un pacto de odios. Tupinanquis, habitantes de los bosques de "beira-mar", señores de Iguape y de los "sertãos" de Itanhaem, los guayanazes del bosque y los del campo, los carijós, enemigos tradicionales, se confabulaban para una venganza común: para destruir Piratininga.

Alli domina el tamoyo aliado de los franceses, el tamoyo orgulhoso de sus victorias, el bárbaro de fiero semblante, de labios pendientes, horadados. Bárbaro, cruelíssimo en la guerra, era el tamoyo galante y placentero en las fiestas de la paz. Los tamoyos eran la tribu más altiva de cuantas habitaban el Brasil. Las demás tribus la respetaban y temían. Habitaban desde el cabo de San Thomé hasta las inmediaciones de Ubatuba, o Iperoig, en la lengua de los indígenas.

Era preciso vencer a los tamoyos por las armas de la persuasión y es José de Anchieta quien toma esa resolución heróica, y va a internarse entre ellos arrosrando los peligros, por la paz y la presperidad de la Colonia.

En mayo de 1563 navega hacia Iperoy, portador de una misión que se creía irremisiblemente perdida.

Si ojeamos las diversas obras antiguas que tratan de la vida de Anchieta, encontraremos un gran número de hechos que nos muestran su caráter e inclinaciones, hechos que pasaran en aquella época como verdaderos milagros y que dan al Apóstol del Brasil la reputación de Santo.

Era entonces joven, en plena virilidad, y en una tierra donde todo lo que le rodea vive cantando el eterno deseo y pululan por todas partes las tentaciones. El se opone con la más impenetrable coraza a las caprichosas sugestiones de la pasión. Recuerda que un dia en el Colegio de Coimbra, estando arrodillado ante el altar de la Virgen le consagró con voto la pureza virginal; recuerda también "A cabana de seus honestos paes, os aureos sonhos da descuidosa e Santa meninice".

Siéndole ofrecida por los indios la morena Iguassú, hija del cacique Aimbiré, verdadera belleza indígena, la rechaza siguiendo el ejemplo de los mártires eremitas.

Promete entonces componer un poema sobre la vida de la Virgen, con la esperanza de seguir manteniendo la propria pureza, y tener el pensamiento siempre fijo en la más pura de las mujeres, y allá a lo largo de la playa, al compás de las olas, el cuerpo quebrantado por las fatigas y mortificaciones, solitario en la tierra y más solitario todavia ante la inmensidad del mar, sin papel, tinta ni pluma, traza versos en la arena hasta retenerlos en la memoria.

Eran sus versos otras tantas alas conque, enojado por las miserias del mundo, en una ascensión espiritual, subiese hasta las regiones iluminadas donde resplandecia la anunciadora de todas las gracias, esa Stella Matutina, cuyo nombre se acostumbrara a enseñar a los niños en trono a la cruz de San Vicente.

Cómo escribió el poema a la Virgen Maria, es extraño episodio de su mágica história.

Pronto regresó de San Vicente uno de los indios que servió de embajador cerca de los portugueses con el tratado de paz entre éstos y los tamoyos. Anchieta acababa de salvar la Colonia. El 21 de septiembre de 1563 entraba en San Vicente acompañado del feroz Cunhambeba ya convertido al Cristianismo.

El tratado o armistico de Iperoy es para el Brasil el éxito diplomático más grande de su história y para la Iglesia el episodio más brillante del apostolado en América, y significa la victoria sobre los franceses establecidos en las islas de la bahia de Rio de Janeiro.

En jullio de 1567 José de Anchieta recibió en Bahia las órdenes sagradas de manos del tercer Obispo del Brasil, Don Pedro Leitão, su antiguo conocido de Coimbra. Durante este tiempo prestó grandes servicios en la conquista de Rio de Janeiro y en la fundación de la nueva ciudad.

Como superior de la casa de San Vicente y después, en 1577, nombrado Provincial de los jesuitas del Brasil, su ardor no conoció limites. Con un bastón en una mano y el breviario en la otra, llevando los ornamentos sagrados y un séquito de indios bautizados le vemos internarse en medio de la selva inmensa caminando constantementeentre hojas descompuestas y marismas, donde se hundía hasta la cintura. En una escuridad casi completa, una atmosfera humeda, asfixiante, Anchieta y sus discípulos se abrían penosamente un sendero a fuerza de golpes de hacha.

El celo ardiente no morirá en el pecho del infatigable misionero. A pesar de los años recorre por el sertão adentro decenas y más decenas de leguas congrandes trabajos de hambre, sed, peligro de los animales feroces y por la barbarie de los proprios indios.

Para llevar a los indios al seno del cristianismo escribió inumerables dramas que hizo representar por los proprios indios, principalmente en las ciudades de San Vicente y São Paulo. A él se debe la primera gramática, diccionario y catecismo escritos en lengua de los tupís, el poema a la Virgen (Poema Marianum), los echos de Men de Sá y muchas más obras que seria prolijo enumerar.

Anchieta es la más antigua figura de la literatura brasileña. Fué el escritor minucioso y fiel, de extensas informaciones y de numerosas cartas, es el biógrafo de los compañeros de lucha y de apostolado, el historiador de la fundación de San Paulo y de Rio de Janeiro, de la confederación de los Tamoyos y del Armisticio de Iperoig y de Tiberiçá. Él fué el primer escritor del Brasil y el criador del teatro brasileño.


Casa em Reritiba, no Estado do Espírito Santo, onde Anchieta cavou um poço para obter água
Imagem: reprodução do livro Anchietana

Finalmente, agotado por los trabajos emprendidos en servicio del Señor, retirose en 1586 al Colegio de Rio de Janeiro y más tarde a la Capitania de Espíritu Santo, en cuya evangelización consumió las pocas fuerzas que aún le quedaban hasta su muerte acaecida el 9 de junio de 1597 en la aldea de Reritigbá, hoy Anchieta.

Anchieta, como dice el ilustre escritor brasileño Teodoro Sampaio "Debe de ser conocido y admirado, porque la cruz de Anchieta simboliza sacrificio, abnegación, heroismo, cruz que en la ruta del porvenir ha de ser nuestro fanal inextinguible, tan inextinguible como esa constelacion tutelar de que lo alto nos contempla".

[*] Palestra proferida a 16 de junho de 1965, no Pátio do colégio, em São Paulo, no ciclo de conferências promovido pela Comissão Nacional do Dia de Anchieta.

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